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Sobre el programa...
La Tercera Sinfonía ofrecida el 20 de agosto de 2007 en el Festival de Lucerna es una prueba más (¡si hiciera falta!) del genio mahleriano de Claudio Abbado. «No es necesario mirar el paisaje, está todo él en mi sinfonía». Con estas palabras que designan su Tercera Sinfonía, Gustav Mahler acoge en 1896 al director de orquesta Bruno Walter que acudió a visitarle en Steinbach-am-Attersee, su lugar de vacaciones austriaco. La Tercera, la más larga de las sinfonías de Mahler (una hora y media aproximadamente) es un himno a la naturaleza, pero una naturaleza de la que afloran muchos tormentos.
Desde la introducción del inmenso primer movimiento, nos vemos sacudidos como por un latigazo. La dirección acerada de Abbado destaca la ironía de la música: detrás de los títulos que el compositor dio a cada uno de los seis movimientos («el verano hace su entrada», «lo que me cuentan las flores del campo», «lo que me cuentan de los animales del bosque», «lo que me cuenta el hombre», «lo que me cuentan las campanas de la mañana», «lo que me cuenta el amor»), y que suprimirá posteriormente, está toda la ambivalencia mahleriana: bajo el azúcar, el veneno.